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11,40 €introducción: más allá del relato bíblico. Antes de ser problema, conflicto o reverso trágico del Estado de Israel, Palestina fue simplemente Palestina, lo cual es una obviedad, pero una obviedad silenciada y no por casualidad. A comienzos del siglo xx, y sin que los habitantes de la zona tuvieran conocimiento de que sus vidas y su destino colectivo habían adquirido carácter problemático, Palestina se convirtió en «The Palestinian Question», el término que los ingleses acuñaron para dar envoltura burocrática y aséptica al proyecto sionista que había comenzado a gestarse en Europa a finales del xix y que no solo diseñaba un futuro insospechado para la población árabe de Palestina, sino que también iba a desdibujar su pasado hasta convertirlo en mero preámbulo del Estado judío. El reclamo bíblico que, aunque los fundadores del sionismo eran laicos, estuvo siempre presente en su discurso, establecía, obviando la historia real de Palestina, una imaginaria línea de continuidad entre los tiempos bíblicos y el actual Estado de Israel. De modo que el pasado de esta región del Próximo Oriente, del que quedan abundantes testimonios desde tiempos prehistóricos, se ha visto reducido a los relatos bíblicos, la Historia Sagrada que se impartía en las clases de religión del viejo bachillerato y que, si bien es sagrada para muchos, desde luego no es la Historia de Palestina. De hecho, dista mucho de ser Historia, a no ser que incluyamos en tal categoría toda la variedad de narraciones mitológicas: babilónicas, griegas, hindúes, aztecas y tantas otras historias sagradas con las que los seres humanos han buscado entroncar su azarosa y efímera existencia con un origen trascendente y sobrenatural. Uno de los factores que sin duda facilitaron esta sustitución de la Historia de Palestina por la Historia Sagrada es el hecho de que los mitos bíblicos sean también «los nuestros», los del Occidente cristiano. Al fin y al cabo, Yahveh, Abraham, Moisés, David son nombres familiares en el mundo occidental, más aún en el de raíz luterana y, por extensión, en todo el mundo protestante anglosajón. Con todo, la Historia de Palestina, cautiva del mito bíblico y oculta tras un velo tejido de silencios, olvidos, medias verdades o falsedades convenientemente publicitadas, ha quedado silenciada pero no borrada. Una de las condiciones del tiempo pasado es que ya está cumplido y no se puede eliminar. Se puede falsear, silenciar, ocultar, pero no borrar su rastro de los libros de historia, viajes, documentos, restos arqueológicos y, sobre todo, de la memoria, que, si bien es perecedera como los seres humanos, también es transmitible de padres a hijos y a los hijos de los hijos. Así que dediquemos una somera mirada a esa historia: Palestina ha sido el término con el que a lo largo de los siglos se ha designado un espacio claramente delimitado desde el punto de vista geográfico, histórico, cultural, sociológico, demográfico, administrativo y político. Entre el Mediterráneo y el Jordán, entre las montañas al norte de Galilea y el desierto de Neguev al sur, el territorio que en época del imperio romano se denominaba Palestina se corresponde al que en el siglo xviii, y con el mismo nombre, formaba parte de la provincia siria del Imperio Otomano. Tierra de paso y cruce de civilizaciones, cargada de connotaciones religiosas e históricas para Oriente y Occidente, Palestina, además de todo eso, era la tierra donde vivían los palestinos. ¿quiénes son los palestinos El pueblo de Palestina está inserto en el contexto histórico, lingüístico y cultural de lo que conocemos como el Creciente Fértil o, dicho en términos más recientes y eurocentristas, Oriente Próximo (próximo a Europa); una región de Asia enmarcada entre los dos grandes focos civilizatorios de la antigüedad: el sumerio-babilónico de Mesopotamia, el actual Irak, en los deltas de los ríos Tigris y Éufrates, y el Egipto de los faraones en el delta del Nilo. El bagaje histórico y cultural del que también los europeos somos herederos comenzó a gestarse hace milenios en el punto de confluencia de esas dos grandes civilizaciones del mundo antiguo. Los palestinos son descendientes de los pueblos que desde tiempos prehistóricos se asentaron en la zona más occidental del Creciente Fértil y de los que fueron llegando a lo largo de los siglos como migraciones o junto a ejércitos de conquista: cananeos, jebuseos, gabaonitas, amorreos y otras tribus semitas seminómadas componen el primer sustrato de población asentada en la región hacia el siglo xx a. C.; ocho siglos después, xii a C, llegaron, unos del desierto y otros desde el mar, las tribus