Desconto:
-5%Antes:
Despois:
22,80 €Â«Las cartas de Pedro Sainz RodrÃguez [1897-1986], certeramente comentadas, en este libro, recorren la entera geografÃa polÃtica y cultural del siglo xx español. Constituyen el testimonio de uno de los hombres clave de la segunda Restauración, como Cánovas del Castillo lo fue de la primera. Leopoldo Calvo-Sotelo solÃa decir: «La polÃtica monárquica de don Juan en Estoril pasa por Pedro Sainz RodrÃguez. Manda en el Consejo Privado, en el Secretariado PolÃtico y, sobre todo, en el propio Rey». Era verdad. El centro de decisión durante los largos años de polÃtica monárquica contra la dictadura de Franco fue Pedro Sainz RodrÃguez. El inolvidado personaje queda retratado en este libro, en el que no falta casi nadie. Unamuno, Gerardo Diego, CossÃo, Juan de la Cierva, José Antonio Primo de Rivera, José Calvo-Sotelo, Dámaso Alonso, Gil Robles, Sanjurjo, Romanones, Portela Valladares, José MarÃa Pemán, Dámaso Berenguer, Rodezno, Antonio Tovar, Queipo de Llano, Julio Camba, Luis Calvo, Fernández Cuesta, Vigón, Francisco Franco, Jesús Pabón, Moscardó, Pilar Primo de Rivera, Dionisio Ridruejo, Serrano Suñer, Millán Astray, PÃo Baroja, duque de Alba, Manuel de Falla, Julio Caro Baroja, Manuel Halcón, Areilza, Alberto Alcocer, Camilo Alonso Vega, Juan March, Valdecasas, Larraz, duque de Maura, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Claudio Sánchez-Albornoz, RodrÃguez-Moñino, Camón Aznar, Eugenio Fontán, Luca de Tena, Marcelo Caetano, Jesús Aguirre, Enrique Tierno Galván, Felipe González, Seco Serrano, Miguel Delibes, Raúl Morodo, Ian Gibson, Garrigues, Lázaro Carreter, GarcÃa Gómez, Camilo José Cela... mantuvieron, entre muchas docenas de nombres ilustres, correspondencia con Pedro Sainz RodrÃguez. Son todos los que están en el libro que el lector tiene entre las manos, pero no están todos los que son. Una tarde, don Pedro me pidió que le ayudara y destruyó delante de mà tal vez un centenar de cartas, correspondencia secreta, sobre todo polÃtica, que se referÃa a personas de la Familia Real y que no querÃa que se conocieran». Del prólogo de Luis MarÃa Anson