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16,63 €Tras un viaje errático en que perdió su equipaje y se equivocó de tren, Nietzsche llegó a TurÃn y comprendió inmediatamente que en esta ciudad se encontrarÃa plenamente a gusto. Quedó fascinado por la vista de los Alpes y por la organización de las calles que parecÃan "perderse en las montañas". Disfrutó de los bellos pórticos que permitÃan largos paseos sin exponerse a la lluvia y frecuentó las salas de música, los cafés y las heladerÃas. Nietzsche se instaló en una habitación modesta y comÃa en las fondas más sencillas, al tiempo que trabajó intensamente en tres de sus obras más importantes: Ecce homo, El crepúsculo de los Ãdolos y El anticristo.
Situándose en la ciudad de TurÃn, Chamberlain sigue con profunda simpatÃa los pasos de Nietzsche por calles y plazas y reconstruye su mirada, su entusiasmo y sus estremecimientos en el puente sobre el rÃo Po o en las funciones de la ópera Carmen de Bizet. En las cartas del filósofo, encuentra los reflejos de sus vivencias y sufrimientos más Ãntimos y de sus heroicos esfuerzos por no sucumbir ante los sÃntomas de su enfermedad.
Partiendo de las circunstancias del año 1888, la autora vuelve una y otra vez atrás, a otras épocas de la vida de Nietzsche, para iluminar sus conflictos amorosos y su obstinada oposición contra la figura y la música de Wagner. También muestra las lÃneas maestras de sus inquietudes filosóficas y cómo se reformulan en sus últimas obras. Éstas no nos revelan nada sobre supuestas ideas precursoras de la ideologÃa nazi. Chamberlain logra probar a través de cartas y pasajes de textos que Nietzsche, lejos de ser un demonio temible, era un hombre atormentado y cariñoso, que asumió con valentÃa su soledad como precio de su rebeldÃa contra la mezquindad intelectual y de su compromiso incondicional con una verdad difÃcil de soportar por sus coetáneos.
Esta brillante rehabilitación de la imagen de Nietzsche como ser humano frágil y vulnerable, pero también disciplinado hasta el agotamiento, permite ver toda su obra y su espÃritu bajo una luz nueva. Es, finalmente, aquel Nietzsche no falsificado por intereses particulares y que podemos saludar sin reparos como el precursor que realmente fue del pensamiento más válido del siglo xx.